viernes, 14 de septiembre de 2007

Joe Zawinul tocando Come Sunday, de Duke Ellington

Murió Joe Zawinul

El pasado martes 11 de septiembre murió de cáncer el pianista y teclista Joe Zawinul a los 75 años de edad, uno de los creadores de la fusión de jazz, cuya impresionante trayectoria comprende cinco décadas en las que Zawinul siempre estuvo tocando con los mejores músicos.


Zawinul nació en el 7 de julio de 1932 en un barrio obrero de Viena. Su enorme talento musical se puso de manifiesto desde el principio: muy niño aprendió a tocar de manera autodidacta el acordeón. A la edad de 7 años le fue concedida una plaza libre en el Conservatorio de Viena, donde estudió piano, violín y clarinete. Más tarde descubriría el jazz en el cine y la radio. Durante los 50 se hizo un nombre en la escena jazzística vienesa, donde llegó a abrir su propio club, el Joe Zawinul’s Birdland.



En 1959 se fue a Boston, gracias a una beca en la Berklee College of Music, en la que no duró más de una semana, ya que en seguida empezó a tocar con el trompetista Maynard Ferguson, con el que se iría de gira durante 8 meses.


Durante unos meses tocó el piano para Dinah Washington, hasta que fue fichado por el gran (en todos los sentidos) saxofonista Julian ‘Cannonball’ Adderley, sin duda el mejor saxo alto después de Charlie Parker; fructífera colaboración que duraría hasta el año 1970. A pesar de que Adderley era el líder del grupo, dejaba un amplio margen de acción a sus músicos: Zawinul desarrollaría ampliamente su talento compositivo durante esos años, con temas tan irresistible como “Mercy, mercy mercy!” .


Después vendrían los años con Miles Davis. Zawinul fue una de las piezas clave de la “revolución eléctrica” de Davis a finales de los 60 y principios de los 70. En obras maestras como In A Silent Way o Bitches Brew aportaría su teclado, a veces implacablemente funky y otras lírico, y con composiciones como “It’s About Time” o “Pharoah’s Dance”.


A mediados de los 70 fundó, junto a Wayne Shorter, Miroslav Vitous, Airto Moreira y Alphonse Mouzon, el grupo Weather Report, a los que se uniría más tarde Jaco Pastorius. El grupo tuvo un gran éxito comercial durante los 70 y su jazz fusión fue muy influyente. Aunque reconozco su importancia histórica y están ahí dos de mis músicos favoritos (Zawinul y Shorter), la verdad, siempre he pensado que la música de Weather Report no ha aguantado bien el paso del tiempo y me parece más bien una nefasta influencia. A mi personalmente los arreglos me suena a sintonía de serie de televisión tipo “La ley de Los Ángeles”.



Weather Report se disolvería en 1985. Tras ello Zawinul fundaría Zawinul Syndicate, con los que estaría de gira casi interrumpida las dos siguientes décadas. En los últimos años Zawinul ha producido a músicos de Senegal y Mali, entre ellos Salif Keita, y ha hecho giras con Trilok Gurtu. Próximamente iba a hacer un concierto en el Barbican de Londres junto a la BBC Big Band con temas de Weather Report. Casualmente, recibí por correo las entradas para ese concierto el mismo día de su muerte.


Me había propuesto hablar lo menos posible en primera persona (de singular) en este blog, pero no puedo evitar contar una historieta personal en la que Joe Zawinul juega un pequeño papel.

Recién llegado a Londres, sin conocer absolutamente a nadie, viendo como se le acababa el dinero, durmiendo (es un decir) en un albergue bastante cutre en Elephant & Castle, con un inglés tan malo que le negaban entrevistas de trabajo como camarero porque era incapaz de entender las direcciones que le daban por teléfono, no queriendo nadie alquilarle una habitación decente porque no tenía trabajo ni referencias… este comodón hijo de la clase media española pasó unos primeros días bastante jodidos en una ciudad que no se caracteriza por su hospitalidad con los que vienen de fuera sin mucho dinero.


Cuando me sentía solo y hundido, a menudo la manera de animarme era escuchar en el discman “Mercy, mercy, mercy!”, en su versión en directo tocada por el quinteto de ‘Cannonball’ Adderley en 1966. El monólogo de Adderley al principio, el crescendo de los vientos sostenido por el órgano de Zawinul, incluso los gritos del público, conseguían siempre levantarme el espíritu. Muchas gracias, Mr. Zawinul.